16 de agosto de 2001

¿Prestidigitador eléctrico yo?

La Real Academia define como prestidigitador a quien hace juego de manos, algo así como un mago. Recientemente, el Ing. Méndez Arocha, en el Universal del 9 de Agosto, me ha atribuido tal carácter, por usar “una prosa técnica engañosa” en el debate sobre las tarifas eléctricas. No sé que decir.... siempre creí que los magos eran otros.

Tradicionalmente, cuando la distribución eléctrica, un servicio público regulado y monopólico, estaba en manos de agentes privados, se la consideraba una inversión segura pero “poco sexy”, que atraía sólo los capitales adversos al riesgo, los de “las viuditas”.

Durante los últimos años hemos visto como en muchos países unos promotores han eliminado a las viuditas del sector, abriéndole espacio a capitales especulativos con altas expectativas de rendimiento, pero... en estrecha y armoniosa colaboración con los gobiernos ....¡eso sí lo llamo magia!.

El detonante del cambio ha sido el convencer a los gobiernos de turno, que la privatización de los activos eléctricos del Estado implicaría grandes ingresos fiscales, sin afectar de inmediato el bolsillo del elector. Obviamente, esto les pareció a los políticos como caído del cielo y, engolosinados, intuitivamente captaron que, para explotar el verdadero potencial del negocio y vender los cachivaches eléctricos al máximo precio, necesitaban ofrecerle al inversionista unas tarifas más altas.

Fue en ese momento cuando los discípulos de “Voldemort” cocinaron la poción metodológica eléctrica. Como ingredientes incluyeron: la sustitución del costo no depreciado, tradicionalmente usado para valorizar y compensar los activos de distribución, por el concepto del “Valor Nuevo de Reposición” (VNR) y la calificación como justa de una tasa netamente especulativa, como lo es la de Riesgo País.

Finalmente, sugieren que al servir tal poción se la adorne con la ficción de que lo obtenido en la subasta privatizadora, es pura ganancia para el país, ocultando así su naturaleza de no ser más que otra vulgar deuda pública, pagadera por el consumidor con tarifas eléctricas.

La poción es tan potente, que de no haberse perdido ya la oportunidad, hoy permitiría incluso sostener que parte de la solución al problema de Argentina sería mediante la venta de la red eléctrica de Buenos Aires a su VNR y que el usuario argentino pague tarifas con su actual riesgo país del 21%. ¡Ché ... y todo a media luz!

Exceptuando Margarita, donde por la usura del Estado el consumidor la está pagando bien cara, Venezuela se salvó en la raya. Apoyo firmemente a la inversión privada en la electricidad, pero les recuerdo que los 63 millones de dólares que pagó el inversionista por Seneca no fueron invertidos en la electricidad de la Isla, sino en el gasto burocrático de Caracas.

Nuestra Ley Eléctrica establece que al final de la concesión, los bienes revierten a su valor libros, pero Méndez Arocha sugiere que al calcular las tarifas se les reconozca un VNR, por lo que como usuario me pregunto ¿y quién se queda con la diferencia?.

Publicado en El Universal, Caracas, 16 de agosto de 2001



1 de agosto de 2001

PRESIDENTE, APOYE

Los Andes están solicitando su independencia en materia de electricidad. Como no hay nada que pueda considerarse como un impedimento racional, para dejar en manos de la propia región la operación eléctrica, la resistencia de los terratenientes eléctricos de CADAFE por entregar el mando, lo convierte en un asunto político que, como tal, necesita del apoyo del Presidente. A continuación, tres razones:

1. La región de los Andes tiene en su contra el hecho de que su accidentada geografía, su dispersión poblacional y la ausencia de grandes compradores industriales, sobre los cuales apuntalar la demanda, hacen costosa la distribución eléctrica. Entonces, para lograr unas tarifas razonables, resulta necesario que su potencial hidroeléctrico sea desarrollado, de manera tal que compense esas desventajas. Ahora bien, para el desarrollo de la central La Vueltosa, CADAFE presentó una propuesta, que en sus términos y referencias, evidencia su irrespeto con la región:

En lugar de buscar satisfacer las necesidades propias de una región, que hoy sufre racionamiento, el proyecto se sustentaba en la venta de un 60% de la energía al mercado de Colombia y sólo un 40% al mercado local.

En lugar de buscar el menor precio al cual se pueda ofrecer la electricidad en los Andes, éstos se proyectaron en base a lo que el mercado de Colombia pueda aguantar.

En lugar de transferir el beneficio de la operación a los Andes, la propuesta de CADAFE asume no sólo compensar el componente de capital privado con un altísimo retorno del 28%, sino además producirle dividendos a CADAFE.

2. La distribuidora eléctrica de los Andes, CADELA, filial de CADAFE, está muy disminuida, como resultado de haber sufrido una anoréxica dieta de recursos, ya que durante 18 meses no han recibido ni un solo medidor y ni un solo transformador. Hechos como el que toda la cobranza deba ser depositada en las cuentas centrales de CADAFE y el que la gran mayoría de las decisiones operativas estén situadas en la casa matriz, constituyen igualmente un irrespeto para con los profesionales de los Andes.

3. No obstante que las autoridades centrales juran y perjuran lo contrario, no hay duda de que sólo un verdadero interés regional puede asegurar, que el desarrollo eléctrico logre explotar todas sus posibles externalidades, tales como turismo, piscicultura u otros.

¿Qué piden Los Andes? Sólo que se les conceda la autonomía para decidir sobre su propio destino eléctrico y, por supuesto, para que ello tenga algún sentido real, un aporte que permita reestablecer el equilibrio económico de sus empresas eléctricas.

Con la casi exclusiva excepción de Los Andes, la mayoría del país disfruta de las bendiciones del Caroní, desarrolladas sobre la base de unas inmensas inversiones, financiadas con el producto de la liquidación del petróleo de todo el pueblo venezolano. En tal contexto, no hay quien pueda dudar que las peticiones de los Andes son justas y hasta modestas, por lo que deberían contar con el apoyo del Presidente.

Publicado en Frontera, Mérida, el 1 de Agosto de 2001