22 de abril de 2002

Pasará… lo que ustedes quieran que pase

Desde hace décadas veo como medio país espera en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía, entre chocolates, licores y perfumes, indeciso entre abordar el avión a Miami o regresar a casa. Señores, lo que pase a partir de ahora con nuestra economía, sigue dependiendo mucho de ustedes. 

El tradicional facilismo venezolano, de que todo se resuelve vendiendo petróleo, fue sustituido hace tiempo por el neofacilismo, que predica que todo se resuelve vendiendo PDVSA. Ambas promesas son mentira, ya que el país sólo se resolverá en la medida en que, por amor a Venezuela, invirtamos en ella todas nuestras esperanzas y le metamos el hombro. Les doy un ejemplo. 

La distribución eléctrica en el país tiene muchos problemas, pero aún a sabiendas de que son de fácil solución, ya que no requieren de tecnología avanzada difícil de adquirir, muchos aceptaron que la única salida es la neofacilista de privatizarla, vendiéndola bien cara a un extranjero… que sí sabe. 

Entonces, cuando el gobierno disiente, lejos de discutir y buscarle una solución, se le acusa de retrógrado, añadiendo así otra excusa para permanecer en el limbo entre irse y quedarse. 

En lo personal, que nada tengo que ver con el Gobierno, tampoco me gusta la idea de entregar la distribución de la electricidad de mi casa a un extranjero, por tres razones: 

1. Considero que el aprender cómo darnos un servicio público satisfactorio el uno al otro, forma parte esencial del aprender a ser Nación, por lo que no es una tarea delegable. 

2. Sé que el precio que se le pretende cobrar al inversionista por el derecho a un negocio monopólico, tendremos que pagarlo los consumidores con tarifas innecesariamente altas. Como una electricidad barata es buena para desarrollar otros negocios, no quiero renunciar por décadas a ello, sólo para que el fisco de turno levante unos ingresos. 

3. Si todos pagaran su consumo eléctrico, a una tarifa razonable, muchos de los problemas quedarían solucionados, por lo que me causa una profunda tristeza la idea de contratar a un costoso sheriff extranjero, sólo para que nos ayude a cobrar nuestra propia electricidad. 

Amigos, con la ayuda de Ustedes, los indecisos, podremos resolver lo del sector eléctrico, lo que a su vez contribuiría con la tan ansiada reactivación económica, por lo que les ruego: olvídense de Miami y regresen a casa… ¡mucho más vale Venezuela!

El Universal



11 de abril de 2002

Pague o se apaga

Venezuela enfrenta una emergencia eléctrica y lo que el Ministerio de Energía y Minas pretende disminuir el consumo mediante la utilización de señales de mercado, castigando el mayor consumo con mayores tarifas e incentivando el ahorro con bonos… ¿100% neoliberal?

Venezuela es un país energéticamente bendecido y el costo del 70% de su energía primaria, la del Caroní, es bajo. El que, no obstante ello, tengamos tarifas altas y un suministro eléctrico pobre, se debe a dos problemas estructurales, que curiosamente no son eléctricos.

El primer problema radica en que un gran porcentaje de la electricidad consumida simplemente no se paga, con lo cual ni hay dinero para inversiones, ni puede haber tarifas razonables. Si todos los ciudadanos de Venezuela pagaran lo que consumen, es posible que hasta bajando las tarifas, nos sobrara dinero para hacer inversiones.

El segundo problema lo encuentro en que no obstante que el negocio eléctrico debería verse beneficiado con los capitales más baratos, por ser el más seguro del mundo, sin embargo, hoy sólo atrae capitales costosos, con lo cual las inversiones salen caras y las tarifas altas. Un negocio que no logra cobrar lo que debe, lamentablemente resulta riesgoso.

Ante estos problemas, lo propuesto por el MEM, aunque fuese técnicamente factible de implementar, lo cual dudo, podría hasta agravar la precaria situación de nuestro sector eléctrico, al colocar todo el peso del racionamiento sobre aquellos que pagan y aumentar el valor del botín para quienes no pagan.

Por el contrario, considero que esta emergencia sería una excelente ocasión para generar un poco de ese sentir colectivo tan necesario para arreglar nuestro pésimo sector eléctrico… y tantas otras cosas más.

Muchos dirán que apelar a la responsabilidad ciudadana es inútil, por lo menos en el corto plazo… que esto requiere de generaciones de educación… ¡Pues no sé! Como todos necesitamos de la luz, tiene que haber alguna forma de encontrar las llaves a la conciencia de los venezolanos y por lo menos creo obligatorio partir de esa premisa.

No sé si la solución esté en crear círculos neoliberales o ONG´s Bolivarianas pero, con mucho respeto a los productores de la cuña actual, creo que un Simón Díaz tendría mayor capacidad para convocar los sentimientos que necesitamos y, francamente, eso de apague o se apaga, puede que tenga mucho de lo que le sobra a la electricidad, la chispa, pero poco de lo que le falta, el corazón, el carácter y la autoridad.

Aún cuando considero que el esfuerzo para conseguir apoyo al racionamiento debe centrarse principalmente en las escuelas, no estoy pregonando una campaña blandengue del tipo ¡Porfa!, sino una campaña de verdad. La mejor señal de mercado para incentivar el ahorro en este momento es ir de frente contra el robo eléctrico… ¡Preso por alteración de medidor!

Me pregunto: ¿qué diría el país si su factura eléctrica discriminase entre el monto que debe pagar por su consumo y el monto que debe cancelar a cuenta del robo de sus vecinos?

Publicado en El Universal, Caracas, 11 de Abril de 2002


4 de abril de 2002

COMPREMOS SENECA YA

No importa que los cables eléctricos en la Isla de Margarita se vean mucho más ordenados que antes, su situación eléctrica sigue siendo un verdadero enredo.

Todo comenzó hace unos años cuando el Estado, incapaz de proveer un servicio público básico como el de la electricidad, tiró la toalla y llamó a la privatización. No obstante, nuestros políticos, que jamás se han tomado lo de servir al público demasiado a pecho, decidieron que no querían soltar ese cambur sin por lo menos recibir un buen regalo de salida.

Entran en escena los asesores, quienes después de establecer que los activos eléctricos en Margarita no sólo eran chatarra, sino que además ya habían sido cancelados por los usuarios margariteños con el pago de sus tarifas, indicaron que la única manera de conseguir tal regalo de salida, era vendiendo el derecho de suplir electricidad de manera monopólica al mercado de Margarita… por muchas décadas.

Dicho y hecho. Entre misas y gallos, se construyó un pliego tarifario tan generoso, que hizo babear al inversionista hasta tal punto que en la subasta le ofreció al Gobierno un cheque por 63 millones de dólares, por el 70% de SENECA, empresa a la cual se le había otorgado la concesión exclusiva

El Gobierno festejó gritando ¡Viva… la bateamos de jonrón! Les importó un bledo que el cheque proviniera realmente de una apropiación indebida, ya que habían vendido el mercado eléctrico margariteño que no les pertenecía.

Sin embargo algunos pocos considerábamos que no había nada que celebrar, ya que la Isla pasaba a estar en manos de un inversionista, que había tenido que desembolsar 63 millones de dólares por el solo derecho a dar el servicio, es decir, antes de comprar un bombillo, un metro de cable o un transformador y que obviamente aspiraba recuperar tal pago a través de las tarifas.

Pero el horror no acaba ahí. Entre la prisa del Estado por ponerle la mano al cheque y de los inversionistas por entrar, se postergó de manera irresponsable para después de la subasta la decisión más importante para la Isla en materia eléctrica, la de determinar si se colocaba un nuevo cable submarino o un gasoducto para generar con gas.

Tal como lo ordena la Ley de Murphy, a los pocos días de haberse vendido Séneca, el viejo cable submarino colapsó y el sorprendido inversionista tuvo que salir corriendo a instalar generadores alimentados con petróleo, por lo que hoy Margarita, en lugar de electricidad del Caroní o electricidad a gas, deben generar con petróleo, la opción más costosa.

Como resultado de todo lo anterior, hoy la Isla tiene que sufrir unas tarifas eléctricas agobiantes, al mismo tiempo que el inversionista pierde dinero. ¿Cómo resolvemos esto? Obviamente que no con más politiquería, sino buscando una solución de fondo, como podría ser la siguiente:

Estado venezolano, Usted se llevó un cheque por 63 millones de dólares que no era suyo. Devuélvalo ordenando a la empresa nacional de transmisión, que está por crearse, que coloque dos buenos cables submarinos, que le permitan a la Isla recibir una electricidad más económica… como el resto de Venezuela.

CMS Energy, Usted se metió en una inversión sin estudiarla suficientemente. De haberlo hecho, no sólo sabría el mal estado del viejo cable submarino, sino sabría además que su clientela no estaría dispuesta, ni en capacidad de pagar las exageradas tarifas que los del Gobierno central le prometieron, por lo que algunas pérdidas debería asumir.

PDVSA, a Usted le interesa ayudar a resolver el problema para así liberar un petróleo, que puede vender a mejores precios en el mercado internacional.

MEGANE, (la mancomunidad eléctrica de Margarita) Usted póngase las pilas y consiga un financiamiento a largo plazo con el Banco Interamericano de Desarrollo para negociar la readquisición de Séneca, así sea parcial y para renegociar todo el pliego tarifario.

Amigos, francamente, si en la Isla de Margarita no hay suficientes recursos humanos y voluntad como para arreglar su propio servicio eléctrico, quizás deban olvidarse de otros retos más complicados, como el turismo… que hoy no da ni para pagar la luz.

Publicado en Sol de Margarita, Porlamar, 4 de abril de 2002