Nuestras reservas
hidroeléctricas son estratégicas, mientras que una concesión para distribuir
electricidad tiene el mismo significado estratégico para la nación que la de
una escoba que barre sus calles, para que la población no se enferme. De haber
algo estratégico con distribuir electricidad y barrer las calles, sería el que
estos servicios se hagan bien, sin importar para nada a quién pertenecen los
activos. En este sentido no se entiende la decisión de estatizar La
Electricidad de Caracas, a menos que sea un plan de incentivos del oficialismo
para recompensar con unos cargos a sus loros-rojos-rojitos.
Distribuir electricidad,
por lo menos antes de que podamos comprar celdas de combustible en el
supermercado, necesita de los cables de transmisión, lo cual hace de esa
actividad un monopolio que debe ser regulado para evitar su abuso. A tal fin,
este mismísimo gobierno, en agosto de 1999, aprobó con base a las facultades
otorgadas por la Ley Habilitante del momento una Ley Orgánica del Servicio
Eléctrico, ratificada por la Asamblea Nacional en diciembre del 2001 y que
contemplaba la creación de la Comisión Nacional de Energía Eléctrica, CNEE.
La CNEE sería un ente
desconcentrado, con patrimonio propio e independiente del Fisco Nacional; con
autonomía funcional y administrativa aun cuando adscrita al Ministerio de
Energía y Minas y que entre sus atribuciones tendría el diseño de las tarifas,
aprobar las normas para la operación del Sistema Eléctrico Nacional, aplicar el
régimen de sanciones, resolver conflictos entre agentes del sector e intervenir
empresas del sector eléctrico.
En octubre de 1999
escribí en la prensa "La Ley fija un plazo no mayor de dos años para que
entre en funcionamiento la CNEE. Ojalá que no sea necesario esperar tanto.
Venezuela tiene urgencia en comenzar a invertir en soluciones eléctricas, pero
no puede darse el lujo de que tales soluciones se enmarquen dentro del actual
modelo, que ha producido resultados poco deseables".
Pues bien, a los casi
siete años de ello, estos ineptos, no hay otra palabra, aún no han logrado
formar a la CNEE y por lo que parece, ahora para ocultar su incapacidad, no se
les ha ocurrido mejor cosa que disminuir aún más la transparencia del sector,
colocando a La Electricidad de Caracas detrás del telón del Estado.
Llevo un número de
artículos solicitando que las empresas distribuidoras eléctricas que
actualmente son propiedad del Estado se conviertan en cooperativas, en empresas
municipales o se privaticen, con el fin de acercarlas al usuario final y así
hacer lograr hacer más transparente y eficiente la gestión de una CNEE y aquí
vienen estos dizque iluminados y proponen hacer todo lo contrario, con otro
decreto de su nefasta serie "Hágase la sombra - Hágase el silencio".