Yo no soy accionista de la Electricidad de Caracas (EdC) pero, como usuario con serias dificultades para limitar el consumo eléctrico en mi casa, a veces siento que, en términos económicos, me encuentro más ligado a esa empresa que la mayoría de sus 65.000 accionistas.
Observando cómo todos le dan palos a la piñata, que produjo la oferta de AES de adquirir el 51% de las acciones de la EdC, a un precio 80% mayor al último precio cotizado y ante la posición de la actual gerencia, que considera que ese precio es bajo ya que, a su juicio, consideran que la empresa vale 8 veces más, me siento tentado a preguntar, si acaso, ¿no habría lugar para una rebajita de las tarifas eléctricas?
Es probable que mi e-mail inbox se llene de mensajes preguntando si soy enemigo de la empresa privada, a lo cual, como siempre, he de responder que como usuario, también soy un privado, con derecho de defender públicamente mis propios derechos e intereses y, muy especialmente, mi bolsillo.
La nueva Ley Eléctrica obliga a una permanente discusión pública sobre teoría, métodos y modelos de tarifas a ser aplicadas por las empresas, que realizan actividades reguladas en el sector eléctrico. En tal sentido, el debate que ha producido la oferta de AES, me estimula a lanzar sobre la mesa de discusión, el siguiente análisis.
Para un servicio de naturaleza monopólica, tal como el de la distribución eléctrica, intuitivamente, la mejor calidad y la menor tarifa deben ser el resultado de lograr combinar una eficiente operación con unas modestas aspiraciones de rendimiento. De nada sirve que el operador sea bueno, si los retornos financieros que se exige son exagerados o, que el capital se satisfaga con un bajo rendimiento, pero el operador sea malo.
Dado que la calidad del operador sólo puede ser evaluada con el tiempo, el único sitio por dónde se puede empezar, es por reducir las exigencias de rendimiento y eso solo se logra reduciendo los riesgos, que perciben los inversionistas. En otras palabras, el reto es atraer al sector eléctrico los mismos capitales, que tradicionalmente han alimentado al sector eléctrico en otros lugares y que, por sus bajas expectativas de rendimiento, pero muy grandes exigencias de seguridad, frecuentemente se conocen como los “capitales de viudas".
¿Cómo se logra esto? Ante nada fomentando la estabilidad, en lugar de un crecimiento espectacular. Supongamos, sin referirnos a la EdC quién además de distribución tiene generación y transmisión, que una empresa distribuidora eléctrica típica, para una zona como la de Caracas, debería tener una capitalización de 1.000 millones de dólares - monto que aumenta con el tiempo, en función del incremento de la demanda. Ante tal supuesto cabría entonces la posibilidad de usar la estructura tarifaria para lograr estabilizar una capitalización objetivo. Inicialmente, si la capitalización de la empresa cae por debajo de 800 millones, las tarifas resultan bajas y deben elevarse, mientras que si la capitalización se eleva por encima de 1.200 millones, las tarifas pueden reducirse.
Alguien puede sostener, que la anterior estructura no incentiva suficientemente una mejoría de servicio y hasta puede garantizar la ineficiencia. Como respuesta se puede indicar que la distribución eléctrica no es exageradamente compleja y lo que se requiere es un sentido gerencial, que puede definirse como de “austera disciplina” - justamente el sentido que puede ser incentivado con una mayor estabilidad. Es conocido que empresas de servicio público reguladas, aparte de atraer capitales "baratos" por su menor riesgo, también lograban satisfacer su nómina gerencial a menor costo, al ofrecer mayor estabilidad de trabajo.
Lo anterior no tiene por qué ponerle freno a las variadas iniciativas de nuevos negocios, que ha demostrado la EdC durante los últimos años, pero el hecho está que la separación de las actividades - generación, transmisión y distribución, a que obliga la Ley, de todas maneras puede forzar un reacomodo en la cartera de inversiones de la EdC. La generación estará controlada por la competencia; la transmisión, por la relativa transparencia de sus costos y en la distribución, como dije, espero se creen las condiciones que atraigan los capitales de las viudas y expulsen los capitales especulativos. Como consumidor eléctrico caraqueño, me procupa estar financiado por los mismos capitales, que financian proyectos, cuyo riesgo percibido debe ser mayor, tal como agua en Colombia o, electricidad en Rusia.
Considerando que las empresas eléctricas en Venezuela, tales como la EdC, han logrado desarrollarse en ausencia de una Ley Eléctrica, hoy sin duda, con una buena Ley, debe existir un gran potencial para introducir mayor estabilidad al sector, reducir sus riesgos y cosechar los beneficios correspondientes.
Aparte de la Ley, hay otros factores que deben resolverse para que un usuario asediado, pueda permitirse ilusiones de un mañana mejor, sin necesariamente sentirse iluso. Reducir los robos de electricidad y asegurar el pago oportuno de las facturas, ayudará a todos a conseguir una tarifa más razonable. Asimismo una planificación energética integral, que evite el generar electricidad con gas o petróleo no renovable, mientras se desperdicia el potencial del Caroní, ayudará también reducir el costo eléctrico - y aumentar los ingresos de la Nación.
¡Eso sí! Será indispensable para incrementar la estabilidad y reducir los riesgos del sector el asegurar una adecuada selección de los participantes de los entes reguladores, muy especialmente los de la Comisión Nacional de Energía Eléctrica. Ausencia de conflictos de interés, profundidad y variedad de conocimientos profesionales, carácter y disciplina, así como un profundo amor y respeto por el país - son sólo algunas de las cualidades que deben estar presentes. También debemos recordar sobre la importancia de estimular y de educar al usuario a fin de que pueda participar de forma más activa en el desarrollo eléctrico. No hay mejor colaborador que un usuario informado.
Finalmente, una palabra de aliento para quien, por nervios o necesidad, vendió sus acciones de la EdC justo antes de la OPA y hoy tiene que oir sobre lo mucho que valen.
Publicado en Economía Hoy el 9 de Mayo de 2000
Observando cómo todos le dan palos a la piñata, que produjo la oferta de AES de adquirir el 51% de las acciones de la EdC, a un precio 80% mayor al último precio cotizado y ante la posición de la actual gerencia, que considera que ese precio es bajo ya que, a su juicio, consideran que la empresa vale 8 veces más, me siento tentado a preguntar, si acaso, ¿no habría lugar para una rebajita de las tarifas eléctricas?
Es probable que mi e-mail inbox se llene de mensajes preguntando si soy enemigo de la empresa privada, a lo cual, como siempre, he de responder que como usuario, también soy un privado, con derecho de defender públicamente mis propios derechos e intereses y, muy especialmente, mi bolsillo.
La nueva Ley Eléctrica obliga a una permanente discusión pública sobre teoría, métodos y modelos de tarifas a ser aplicadas por las empresas, que realizan actividades reguladas en el sector eléctrico. En tal sentido, el debate que ha producido la oferta de AES, me estimula a lanzar sobre la mesa de discusión, el siguiente análisis.
Para un servicio de naturaleza monopólica, tal como el de la distribución eléctrica, intuitivamente, la mejor calidad y la menor tarifa deben ser el resultado de lograr combinar una eficiente operación con unas modestas aspiraciones de rendimiento. De nada sirve que el operador sea bueno, si los retornos financieros que se exige son exagerados o, que el capital se satisfaga con un bajo rendimiento, pero el operador sea malo.
Dado que la calidad del operador sólo puede ser evaluada con el tiempo, el único sitio por dónde se puede empezar, es por reducir las exigencias de rendimiento y eso solo se logra reduciendo los riesgos, que perciben los inversionistas. En otras palabras, el reto es atraer al sector eléctrico los mismos capitales, que tradicionalmente han alimentado al sector eléctrico en otros lugares y que, por sus bajas expectativas de rendimiento, pero muy grandes exigencias de seguridad, frecuentemente se conocen como los “capitales de viudas".
¿Cómo se logra esto? Ante nada fomentando la estabilidad, en lugar de un crecimiento espectacular. Supongamos, sin referirnos a la EdC quién además de distribución tiene generación y transmisión, que una empresa distribuidora eléctrica típica, para una zona como la de Caracas, debería tener una capitalización de 1.000 millones de dólares - monto que aumenta con el tiempo, en función del incremento de la demanda. Ante tal supuesto cabría entonces la posibilidad de usar la estructura tarifaria para lograr estabilizar una capitalización objetivo. Inicialmente, si la capitalización de la empresa cae por debajo de 800 millones, las tarifas resultan bajas y deben elevarse, mientras que si la capitalización se eleva por encima de 1.200 millones, las tarifas pueden reducirse.
Alguien puede sostener, que la anterior estructura no incentiva suficientemente una mejoría de servicio y hasta puede garantizar la ineficiencia. Como respuesta se puede indicar que la distribución eléctrica no es exageradamente compleja y lo que se requiere es un sentido gerencial, que puede definirse como de “austera disciplina” - justamente el sentido que puede ser incentivado con una mayor estabilidad. Es conocido que empresas de servicio público reguladas, aparte de atraer capitales "baratos" por su menor riesgo, también lograban satisfacer su nómina gerencial a menor costo, al ofrecer mayor estabilidad de trabajo.
Lo anterior no tiene por qué ponerle freno a las variadas iniciativas de nuevos negocios, que ha demostrado la EdC durante los últimos años, pero el hecho está que la separación de las actividades - generación, transmisión y distribución, a que obliga la Ley, de todas maneras puede forzar un reacomodo en la cartera de inversiones de la EdC. La generación estará controlada por la competencia; la transmisión, por la relativa transparencia de sus costos y en la distribución, como dije, espero se creen las condiciones que atraigan los capitales de las viudas y expulsen los capitales especulativos. Como consumidor eléctrico caraqueño, me procupa estar financiado por los mismos capitales, que financian proyectos, cuyo riesgo percibido debe ser mayor, tal como agua en Colombia o, electricidad en Rusia.
Considerando que las empresas eléctricas en Venezuela, tales como la EdC, han logrado desarrollarse en ausencia de una Ley Eléctrica, hoy sin duda, con una buena Ley, debe existir un gran potencial para introducir mayor estabilidad al sector, reducir sus riesgos y cosechar los beneficios correspondientes.
Aparte de la Ley, hay otros factores que deben resolverse para que un usuario asediado, pueda permitirse ilusiones de un mañana mejor, sin necesariamente sentirse iluso. Reducir los robos de electricidad y asegurar el pago oportuno de las facturas, ayudará a todos a conseguir una tarifa más razonable. Asimismo una planificación energética integral, que evite el generar electricidad con gas o petróleo no renovable, mientras se desperdicia el potencial del Caroní, ayudará también reducir el costo eléctrico - y aumentar los ingresos de la Nación.
¡Eso sí! Será indispensable para incrementar la estabilidad y reducir los riesgos del sector el asegurar una adecuada selección de los participantes de los entes reguladores, muy especialmente los de la Comisión Nacional de Energía Eléctrica. Ausencia de conflictos de interés, profundidad y variedad de conocimientos profesionales, carácter y disciplina, así como un profundo amor y respeto por el país - son sólo algunas de las cualidades que deben estar presentes. También debemos recordar sobre la importancia de estimular y de educar al usuario a fin de que pueda participar de forma más activa en el desarrollo eléctrico. No hay mejor colaborador que un usuario informado.
Finalmente, una palabra de aliento para quien, por nervios o necesidad, vendió sus acciones de la EdC justo antes de la OPA y hoy tiene que oir sobre lo mucho que valen.
Publicado en Economía Hoy el 9 de Mayo de 2000