1 de agosto de 2002

¿Qué hacemos Cira?

Recientemente leímos en El Universal un artículo de Cira Romero denominado “Inversión y trabajo”, donde nos recordaba la importancia de la inversión para combatir la pobreza y el desempleo y la necesidad de no caer en la trampa de calificarla como buena o mala, según fuera ésta extranjera o nacional. Mucha razón tiene Cira… no toda inversión extranjera es necesariamente buena.

Un digno ejemplo es nuestro fiduciario eléctrico, La Electricidad de Caracas, EdC, que mensualmente recibe nuestros pagos por luz, para que haga las inversiones necesarias y nos brinde un buen servicio, pero que parece haber caído en no muy buenas manos, no obstante ser extranjeras.

Hace apenas 24 meses que AES compró el 80% de la EdC y ya le han extraído, vía la recompra de acciones y pago de dividendos, la bicoca de 900 millones de dólares, que no sé si califica como “la obtención de una rentabilidad justa” a que apunta la Ley del Servicio Eléctrico.

Voceros de la EdC señalaron hace poco, que de los 160 millones de dólares, que pensaban invertir durante el 2002, tuvieron que retrasar 80 millones, “por la indefinición de un modelo económico para el sector”. Considerando que la EdC no requirió de un modelo económico en sus primeros 110 años, el cual tampoco existía cuando AES la compró, la excusa suena ridícula.

Hace dos años, los funcionarios de Fundelec, nuestros supuestos expertos en materia de régimen económico eléctrico, por haber viajado por el mundo por más de diez años asistiendo a cuanto seminario hay, sin embargo contrataron a unos consultores argentinos para que les hiciesen su trabajo… y no les cuento de la que nos salvamos…por ahora. Figúrense que los consultores sugerían que le pagásemos a la EdC, por el uso de sus redes, como si éstas fuesen nuevas, sin importarles que los usuarios, mediante el pago de las tarifas, ya las habíamos amortizado mayormente. Como además proponían que tan fantabuloso valor de redes, fuese remunerado a tasas, que incluían consideraciones de riesgo país, estoy seguro de que, de haberse decretado ese régimen económico, se hubiesen extraído, tanto de la EdC como de nuestros bolsillos, mucho más que los 900 que sacaron.

En su último informe a sus accionistas, la EdC anuncia (con orgullo) que la chupadera va a seguir, declarando su intención de aumentar la deuda y de reducir el capital de la empresa. Como si esto no fuese suficientemente preocupante, AES tiene problemas, su filial en Colombia quebró, sus acciones pasaron de 70 dólares a sólo 2, su calificación de riesgo empeoró e incluso han tenido que sustituir a su Presidente fundador.

Quisiera declararme en rebelión, dejar de cancelarle a la EdC mi factura de luz mientras sigan retrasando las inversiones; desearía que el gobierno vigilare más de cerca a la EdC; considero que los 900 millones ya deberían ser dividendos suficientes, por muchos años… pero, Cira amiga, ¿qué hacemos cuando, en épocas de globalización, siempre nos alertan que al inversionista extranjero… ni con el pétalo de una rosa?

Publicado en El Universal, Caracas, 1 de Agosto de 2002