No importa que los cables eléctricos en la Isla de Margarita se vean mucho más ordenados que antes, su situación eléctrica sigue siendo un verdadero enredo.
Todo comenzó hace unos años cuando el Estado, incapaz de proveer un servicio público básico como el de la electricidad, tiró la toalla y llamó a la privatización. No obstante, nuestros políticos, que jamás se han tomado lo de servir al público demasiado a pecho, decidieron que no querían soltar ese cambur sin por lo menos recibir un buen regalo de salida.
Entran en escena los asesores, quienes después de establecer que los activos eléctricos en Margarita no sólo eran chatarra, sino que además ya habían sido cancelados por los usuarios margariteños con el pago de sus tarifas, indicaron que la única manera de conseguir tal regalo de salida, era vendiendo el derecho de suplir electricidad de manera monopólica al mercado de Margarita… por muchas décadas.
Dicho y hecho. Entre misas y gallos, se construyó un pliego tarifario tan generoso, que hizo babear al inversionista (CMS Energy) hasta tal punto que en la subasta le ofreció al Gobierno un cheque por 63 millones de dólares, por el 70% de SENECA, empresa a la cual se le había otorgado la concesión exclusiva
El Gobierno festejó gritando ¡Viva… la bateamos de jonrón! Les importó un bledo que el cheque proviniera realmente de una apropiación indebida, ya que habían vendido el acceso a un mercado que no les pertenecía.
Sin embargo algunos pocos considerábamos que no había nada que celebrar, ya que la Isla pasaba a estar en manos de un inversionista, que desembolsó 63 millones de dólares por el solo derecho a dar el servicio, es decir, antes de comprar un bombillo, un metro de cable o un transformador y que obviamente pensaba recuperar tal pago a través de las tarifas.
Pero el horror no acaba ahí. Entre la prisa del Estado por ponerle la mano al cheque y de los inversionistas por entrar, se postergó de manera irresponsable, para después de la subasta la decisión más importante para la Isla en materia eléctrica, la de determinar si se colocaba un nuevo cable submarino o un gasoducto para generar con gas.
Tal como lo ordena la Ley de Murphy, a los pocos días de haberse vendido Séneca, el viejo cable submarino colapsó y el sorprendido inversionista tuvo que salir corriendo a instalar generadores alimentados con petróleo, por lo que hoy Margarita, en lugar de electricidad del Caroní o electricidad a gas, deben generar la opción más costosa.
Como resultado de todo lo anterior, hoy la Isla tiene que sufrir unas tarifas eléctricas agobiantes, al mismo tiempo que el inversionista pierde dinero. ¿Cómo se resuelve esto? Obviamente que no con más politiquería, sino buscando una solución de fondo, como podría ser la siguiente:
El Estado. Por haberse llevado un dinero que no le tocaba, debería ordenar a la empresa nacional de transmisión, que está por crearse, que coloque dos buenos cables submarinos, que le entregue a la Isla una electricidad más económica… como la del resto de Venezuela.
CMS Energy. Por no haberse dado cuenta del mal estado del viejo cable submarino y de que su clientela no estaban en capacidad de pagar las exageradas tarifas que los del Gobierno central le prometieron, debe asumir algunas pérdidas.
PDVSA. Debe ayudar a resolver el problema, para así liberar un petróleo que puede vender a mejores precios en el mercado internacional.
MEGANE, la mancomunidad eléctrica de Margarita. Debe buscar un financiamiento a largo plazo con el BID para negociar tanto una readquisición de Séneca como las tarifas.
Publicado en TalCual, Caracas, 26 de julio de 2002
Todo comenzó hace unos años cuando el Estado, incapaz de proveer un servicio público básico como el de la electricidad, tiró la toalla y llamó a la privatización. No obstante, nuestros políticos, que jamás se han tomado lo de servir al público demasiado a pecho, decidieron que no querían soltar ese cambur sin por lo menos recibir un buen regalo de salida.
Entran en escena los asesores, quienes después de establecer que los activos eléctricos en Margarita no sólo eran chatarra, sino que además ya habían sido cancelados por los usuarios margariteños con el pago de sus tarifas, indicaron que la única manera de conseguir tal regalo de salida, era vendiendo el derecho de suplir electricidad de manera monopólica al mercado de Margarita… por muchas décadas.
Dicho y hecho. Entre misas y gallos, se construyó un pliego tarifario tan generoso, que hizo babear al inversionista (CMS Energy) hasta tal punto que en la subasta le ofreció al Gobierno un cheque por 63 millones de dólares, por el 70% de SENECA, empresa a la cual se le había otorgado la concesión exclusiva
El Gobierno festejó gritando ¡Viva… la bateamos de jonrón! Les importó un bledo que el cheque proviniera realmente de una apropiación indebida, ya que habían vendido el acceso a un mercado que no les pertenecía.
Sin embargo algunos pocos considerábamos que no había nada que celebrar, ya que la Isla pasaba a estar en manos de un inversionista, que desembolsó 63 millones de dólares por el solo derecho a dar el servicio, es decir, antes de comprar un bombillo, un metro de cable o un transformador y que obviamente pensaba recuperar tal pago a través de las tarifas.
Pero el horror no acaba ahí. Entre la prisa del Estado por ponerle la mano al cheque y de los inversionistas por entrar, se postergó de manera irresponsable, para después de la subasta la decisión más importante para la Isla en materia eléctrica, la de determinar si se colocaba un nuevo cable submarino o un gasoducto para generar con gas.
Tal como lo ordena la Ley de Murphy, a los pocos días de haberse vendido Séneca, el viejo cable submarino colapsó y el sorprendido inversionista tuvo que salir corriendo a instalar generadores alimentados con petróleo, por lo que hoy Margarita, en lugar de electricidad del Caroní o electricidad a gas, deben generar la opción más costosa.
Como resultado de todo lo anterior, hoy la Isla tiene que sufrir unas tarifas eléctricas agobiantes, al mismo tiempo que el inversionista pierde dinero. ¿Cómo se resuelve esto? Obviamente que no con más politiquería, sino buscando una solución de fondo, como podría ser la siguiente:
El Estado. Por haberse llevado un dinero que no le tocaba, debería ordenar a la empresa nacional de transmisión, que está por crearse, que coloque dos buenos cables submarinos, que le entregue a la Isla una electricidad más económica… como la del resto de Venezuela.
CMS Energy. Por no haberse dado cuenta del mal estado del viejo cable submarino y de que su clientela no estaban en capacidad de pagar las exageradas tarifas que los del Gobierno central le prometieron, debe asumir algunas pérdidas.
PDVSA. Debe ayudar a resolver el problema, para así liberar un petróleo que puede vender a mejores precios en el mercado internacional.
MEGANE, la mancomunidad eléctrica de Margarita. Debe buscar un financiamiento a largo plazo con el BID para negociar tanto una readquisición de Séneca como las tarifas.
Publicado en TalCual, Caracas, 26 de julio de 2002